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A Jam Supreme
El 28 de octubre lanzamos con un recital en el Colegio Mayor Rector Peset en Valencia el número especial de la revista de arte y literatura “Canibaal” dedicado a Jazz&Bookstores. En diálogo musical con Javier Vercher (clarinete bajo) y Chevi Martínez (contrabajo) lei una selección de poemas de “Delta” y de “Polyfonías” además de un poema nuevo inspirado en Conques. Reproduzco abajo el texto de mi ensayo “Delta, una confluencia de coincidencias”, publicado en la misma revista.
DELTA, UNA CONFLUENCIA DE COINCIDENCIAS
Me encuentro en Conques –Concas– esa concha dentro de la que he percibido y grabado las coincidencias poéticas que confluyen en las polyfonías del libro-disco Delta. Es agosto, y en las últimas tres tórridas semanas subo y bajo entre la cava-galería de la librería Chemins d’Encre y mi casa en la parte alta del pueblo, justo al interior de las murallas.
Hoy por fin llueve. Una lluvia abundante y misericordiosa, tal vez en respuesta a las bellísimas voces de Mora Vocis – cinco viudas vestidas de negro riguroso – que anoche cantaron las polifonías de “Mater Dolorosa, mujeres ante la tumba” bajo los altos arcos románicos de la iglesia abacial de Sainte Foy. Habíamos decidido mi mujer y yo asistir a este último concierto del festival de música “Conques, la lumière du roman” antes de recibir la noticia, este domingo por la mañana, del fallecimiento de un querido amigo.
Una coincidencia significativa más.
Con el tiempo la voluntad de unidad y la aceptación de la multiplicidad me han convertido en un coleccionista compulsivo de coincidencias. He llegado a la conclusión de que la sensibilidad del artista le otorga la responsabilidad para identificar y hacer visible las coincidencias que de alguna manera nos familiariza con ambientes y situaciones que de otra forma nos hubieran alienado.
Lautréamont era capaz de ver la belleza en el « encuentro fortuito sobre una mesa de disección entre una máquina de coser y un paraguas ». La fuerza transformadora, la magia poética de Lautréamont, nos puede ayudar a comunicar con lo que nos parece extraño dentro y fuera de nosotros. Hay que saludar, no solamente a los desconocidos, pero también a lo desconocido. Hay que hablar con los niños y con los árboles, pero también con los drones. La familia de la creación existe, no a pesar de las diferencias, pero sí gracias a ellas. El trabajo del artista consiste en romper las superficies fosilizadas de las palabras, las imágenes y las armonías musicales para señalar nuevas asociaciones y coincidencias inesperadas.
El hecho de haber vivido cuatro diferentes vidas en cuatro diferentes culturas finalmente me ha obligado a admitir mi propia multiplicidad. Cuando quiero hablar o cuando empiezo a escribir no sé exactamente cuál de las cuatro culturas va a tomar la palabra.
En realidad, eso nos ocurre a todos: nuestro lenguaje cambia según hablamos con nuestros hijos o con nuestro notario y jugamos roles distintos –llevamos máscaras distintas– según la situación. Si no nos damos cuenta de ello es porque nuestro idioma –la máscara de los pensamientos y las emociones – en el caso de que sólo dominemos uno: el materno, hace creer que somos una persona –un individuo– con una sola voz.
Es para indicar la pluralidad de voces y culturas en mis poemas que los llamo “polyfonías”. No obstante, he añadido el calificativo de project – proyecto – para indicar que la presunta unidad de mi libro no es más que un deseo –un simulacro piadoso como todo arte, pero lejos de la realidad ya que la unidad no existe salvo como un deseo – un deseo muy bello y humano. Todos somos diferentes, cada uno es (o quizás debería decir cada uno somos) una mezcla de múltiples identidades.
Del mismo modo que tardé años en comprender la coincidencia que, hace 36 años, me hizo descubrir Conques, el lugar de mi segundo nacimiento, también me ha costado tiempo entender de dónde surgen mis cuatro idiomas, cuáles son los mecanismos que, en cada momento, deciden si le mot juste es francés, español, danés o inglés.
Hace trece años escribí “Un idioma sin fronteras”, mi primera polyfonía. Me habían invitado a leer unos poemas en Radio Exterior de España y, halagado y sin pensármelo dos veces, contesté que sí. Después de colgar el teléfono me di cuenta de que seguramente pensaban que tenía algunos poemas escritos en español, o por lo menos traducidos a este idioma. Después de todo, la función de Radio Exterior de España era el fomento y la preservación de la lengua española en el mundo.
Apurado, me puse a escribir un poema en esa lengua, pero al terminar el primer verso ya había empleado palabras de las cuatro culturas en las cuales, debido a una existencia nómada, me había formado: la danesa de mi infancia en el campo y mis primeros estudios en Copenhague; el francés de mi juventud rebelde en París, lengua que hablo con mi hija que nació allí; el español de mi vida de pareja y mi entorno desde hace más de treinta años (no olvidemos que el español es muy visceral y dentro del cuerpo no llega la luz, allí reinan las tinieblas) y finalmente la cultura americana del jazz, mi romance musical de toda la vida.
Dentro de mí
viven cuatro personas, each
with their own voice,
su propia
lengua,
sa propre langue.
Hver med sit eget sprog
og sin egen stemme…
La decisión de dar a mi poema, que empieza así, el nombre del programa radiofónico que me había invitado –ya que precisamente hablaba del transfronterismo de la poesía– resultó premonitoria y fue la clave para el desarrollo de mi poética.
“Un idioma sin fronteras” llegó a ser la “sintonía” para el Polyfonías Poetry Project –el trío que, en 2008, formé junto al compositor y guitarrista argentino-danés Mark Solborg y el clarinetista valenciano Salvador Vidal y fue el primer poema en el cd-libro Polyfonías que grabamos en 2004 Mark Solborg y yo, pero que no se publicó hasta cuatro años más tarde.
La colaboración con el jazzman danés y el músico valenciano con formación clásica, pero con gustos muy contemporáneos, externaliza –para decirlo de alguna forma– el proceso musical interno de montaje polifónico. Siempre me he considerado un músico que se expresa mediante la poesía. Suelo tener una melodía en mente cuando empiezo a escribir y esta melodía me ayuda a romper la linealidad de mis pensamientos y el uso automático de palabras y estructuras lingüísticas trilladas. Con cuatro registros de idiomas a mi alcance me siento como un pintor que canta mientras pinta, dejando que los graves y los agudos de la melodía y los corchetes y tresillos del ritmo decidan entre los grosores de sus pinceles y los colores de su paleta. Una vez que siento que el poema ha llegado a su fin ya no me recuerdo de la melodía, pero como el impulso no trataba de escribir una canción –una canción ha de contar una historia, un poema despierta una historia que no se puede contar– tampoco importa.
Como poeta confío más en que las coincidencias musicales puedan llevarme a visiones de la verdad de la existencia – “hints and glimpses”, las llamaba T.S.Eliot– que a metáforas creadas en el crisol de la razón. Esto me recuerda mi primera conversación con Dinah Salama, la artista española que ha contribuido al proyecto Delta con su lenguaje visual. Quería saber cómo son las rosas de Picardie, ya que en el poema “La ruina de mis sueños” hablo de “pétales parsemées de la rose de Picardie”. Le contesté que no tenía idea, que era una melodía que tocaba Sidney Bechet y que era una de mis favoritas cuando empecé a escuchar el jazz cuando tenía doce-trece años. Músicos de jazz como Charlie Parker y Sonny Rollins citan en sus solos a menudo otras canciones que la que están tocando y a nadie les molesta, al contrario provoca a menudo una sonrisa de reconocimiento.
El jazz es un arte contaminado desde la raíz. La mezcla de culturas y sensaciones de la gran ciudad está en su ADN. Como historiador de la música popular norteamericana tengo cientos de canciones en mi corazón, y no es una casualidad si en el poema mencionado cito también solos de Miles Davis y Django Reinhardt. Que luego tanto la rosa de Picardie como las hojas muertas (“Autumn Leaves”) y el castillo de mis sueños (“Manoir de mes rêves”) son metáforas que encajan perfectamente en un poema de un padre que se lamenta de no haber podido trasmitir sus valores y conocimientos a su hija, es una coincidencia significativa.
Cuando Mark, Salvador y yo entramos en un diálogo poético-musical, el público se olvida de que “no entiende el idioma de la poesía” y se sorprende de que la mezcla de idiomas le permita dedicarse a escuchar y no a razonar. Al igual que Dinah, tengo raíces sefardíes. Venimos de un pueblo que una y otra vez ha tenido que adaptarse a otras culturas y estamos en una constante búsqueda de nuestra identidad. Una identidad que obviamente ha de ser un mosaico que, además está en metamorfosis perpetua. Gran parte de los estándares de jazz tienen títulos ingleses: “Embraceable You”, “A Fine Romance”, “Over the Rainbow”, pero son canciones escritos por hijos de emigrantes ruso-judíos como Ira Gershwin, Dorothy Fields y Yip Harburg soñando en ser aceptados como americans.
Teniendo en cuenta estos juegos de máscaras de identidades no debe sorprender que Dinah -pintora foto-collagista nata- y yo nos entendiéramos desde que empezó a brotar Delta.
*
Sonrio de camino a la cueva, donde vigilo la exposición de las obras originales de Dinah, y noto como los torrentes de agua que corren por los callejones y escaleras de las puertas altas de este y oeste de Conques confluyen delante de la puerta de la galería para bajar unidos al sur por la Rue de Charlemagne, formando una Y griega perfecta.
La Y griega de las armas de la Villa.
Y de Polyfonías.
Conques-en-Rouergue, Delta, Asymptote
Editorial newsletter translated from the Spanish Cuadernos de la Torre
During the month of August, the original photocollages created by Spanish Artist Dinah Salama for Peter Wessel’s new translingual poetry-artbook+cd DELTA were exhibited at Librairie Chemins d’Encre in the Medieval French pilgrim’s village of Conques-en-Rouergue. It was in this setting that the poet on August 8th presented his book in a concert-reading accompanied by the French multi-instrumentalist Jean-Pierre Rasle.
Because he considers Conques to be his second birthplace, it was a deeply moving experience for the Danish poet, who settled there 37 years ago after recognizing the village from an adolescent dream. With time, this thousand year old confluence of European cultures has become a metaphor for Peter’s life and poetry, and – in 2014 – the Town Council decided to have the poem “Conques, la quête”, which he had written and dedicated to the village, carved in two Corten steel plates and place them where the Way of Saint James enters and leaves Conques.
Furthermore, on a different note, the international journal of literary translation Asymptote has recently published three poems from Delta on their blog, both in their original polyphonic language and in Elena Feehan’s perceptive and ressourceful translations into English. Asymptote defines itself as “an exciting new international journal dedicated to literary translation […] bringing together in one place hitherto unpublished work by writers and translators such as J. M. Coetzee, Patrick Modiano, Can Xue, Ismail Kadare, David Mitchell, Anne Carson, Haruki Murakami, Lydia Davis, and Herta Müller”.
Conques, la quête
Les plaques poetiques à l’entrée et à la sortie du village médieval, haut lieu sur le Chemin de Saint Jacques de Compostelle
J’ai écrit “Conques la quête” en 2010 à l’occasion d’un récital que je donnais avec Mark Solborg et Salvador Vidal – les deux musiciens de “Polyfonías Poetry Project” – sous le tilleul de la Place Chirac à Conques, dans le cadre du Festival de musique La Lumière du Roman. Puisque ma poésie “polyphonique” surgit d’une vie où je me suis tour à tour intégré dans quatre cultures différentes, apprenant les langues tout d’abord à travers les sens, en contact physique avec les mots et les choses, mon poème dédié à Conques, ville de voyageurs et pèlerins, où j’ai trouvé un havre pour cultiver mon jardin et ma poésie, occupe sans doute une place emblématique dans ma production.
Mon usage de différents registres linguistiques est spontané, et souvent ce n’est qu’à la fin de l’écriture que je me rends compte pourquoi la voix de telle ou telle langue, de telle ou telle période de ma vie, m’ont interpellé ou appelé précisément à ce moment-là, à cet endroit-là. Traduire ma poésie polyglotte dans une seule langue est comme reproduire une toile fauve en noir et blanc. Tout au plus, pourrait-on la traduire en plusieurs autres langues ; chaque langue est comme une couleur produite à base de plantes cultivées dans différents climats.
Cependant, je vais prendre le risque de faire abstraction des couleurs du poème pour expliquer certains passages et certains principes de ma langue poétique. La deuxième strophe de “Conques, la quête” est la strophe où l’on trouve la plus grande palette de langues et c’est aussi la strophe qui sert d’envoi à la sortiede Conques, par la Porte du Barry, en bas du village (rue Charlemagne).
L’envoi – une courte strophe placée en guise de dédicace à la fin d’une chanson – est une figure poétique fréquente dans la poésie médiévale. Partant de l’idée que la visite à Conques est une expérience transformatrice, la deuxième strophe de “Conques, la quête” n’est plus la même quand on part de la cité médiévale, que lorsqu’on y arrive par le GR65. Les lettres se sont libérées du poids de l’acier et se sont levées comme des voix, comme des voyelles, comme des traces dans le ciel des marcheurs.
L’envoi s’est envolé et ne m’appartient plus. Pour cela, je ne l’ai pas signé. J’ai voulu qu’elle soit un chant populaire du chemin, une folk song, et donc, à partir de l’adieu de Conques, une chanson anonyme.
“Conques, la quête” trouve sa force dans le contraste et la complémentarité entre la ville romane, immuable et éternelle, et la vie éphémère des voyageurs humains avec leurs désirs et leur quête spirituelle et existentielle.
C’est de ces voyageurs que parle la deuxième strophe du poème à l’entrée de Conques en haut du village. C’est à eux que s’adresse L’envoi lorsqu’ils franchissent la Porte du Barry :
Caracoles,
søgende sjæle med hus på ryggen,
almas en vilo con sus vidas a cuestas.
Eager commerce,
searching eyes,
ojos en quête buscando, cher-
chant des yeux en paix.
Bon voyage, fare thee well, ultreïa.
Ce qui pourrait se traduire ainsi en français :
Escargots
âmes en quête avec leur maison sur le dos
âmes inquiètes, chargées de leur vie.
Échanges animés,
des yeux en quête, furtifs, cher-
chant des yeux en paix.
Bon voyage, fare thee well, ultreïa.
Cependant, dans la version unilingue se perd l’écho du mélange des langues qui ont toujours résonné dans les rues de Conques.
Pour commencer, j’utilise l’escargot (caracol en espagnol, ici au pluriel) comme métaphore du marcheur, autant pour la lenteur de sa marche (vu la distance qu’il doit couvrir), que pour son allure avec son sac à dos. Søgende sjæle med hus på ryggen reflète deux traits opposés de la mentalité danoise : d’un côté l’angoisse et le doute (âmes en quête), et de l’autre le pragmatisme et le savoir bricoler (avec leur maison sur le dos). En danois cette dernière phrase med hus på ryggen est devenu pratiquement un synonyme d’escargot ; c’est l’association de ces mollusques aussi familiers avec l’expression consacrée ”âmes en quête” qui produit l’étincelle poétique.
Le prochain vers est un bon exemple de ma technique de ”cubisme poétique multilingue” ou ”glissando du sens des mots”. Dans un premier temps on dirait qu’il s’agit d’une traduction de la phrase danoise en espagnol. En fait, c’est une traduction et ce n’est pas une traduction. L’idée et la construction sont semblables, mais les divers éléments sont composés à partir de combinaisons inattendues de paires de clichés – c’est-à-dire des dérivées spécifiques et sédimentées de deux cultures différentes :
søgende sjæle / med hus på ryggen,
almas en vilo / con sus vidas a cuestas.
Par conséquent, leurs sens manifestent des ”couleurs” différentes, impliquant des sentiments dissimilaires et intraduisibles. Il me semble que le vers danois est plus métaphysique et l’espagnol plus viscéral.
Ceci n’est pas le lieu d’une digression et dissection linguistique, donc, pour ne pas m’étendre davantage, je dirai simplement que je prononce le mot commerce (après eager dans la ligne suivante) en anglais, car – puisqu’il s’agit de Conques, haut lieu de pèlerinage – j’ai voulu profiter du double sens du mot, propre aux deux langues, l’anglais et le français : tant dans l’acception de l’échange de biens comme dans celle de l’échange d’idées, d’opinions et de sentiments.
Et parlant de prononciation, cela me fait revenir au sens polychrome du poème. La poésie lyrique est intimement liée à la musique. Sa sonorité est un élément essentiel de son message. J’appelle mes poèmes polyfonías parce que ce sont des tapis sonores, tissés des voix de différentes langues, différentes cultures. La première et la troisième strophe de ”Conques, la quête” sont monocordes – en français – ce qui rime bien avec sa ”matière” : le village, austère et construit entièrement en lauze, la pierre du pays. La dernière strophe aussi est plutôt monocorde, mais cette fois-ci en espagnol, langue du destin compostellan de nos pèlerins (toutefois, mélangé avec quelques notes d’autres langues dans le chant du départ du clocher.)
Et au milieu du silence minéral et immuable de la pierre, on entend la polyphonie des voix dans les rues, les places et les terrasses de Conques ; le monde de la quête humaine où toutes les cultures se retrouvent et se mélangent.